Un hombre de 35 años llamado Luis relata un evento inquietante de su infancia, ocurrido durante una visita a Disney con su familia cuando tenía 6 años. Luis se separó de su madre y se encontró perdido, deambulando solo por el vasto parque. A pesar de caminar sin rumbo durante casi una hora, no se permitió llorar. Finalmente, se sentó en un banco para esperar.
Después de unos segundos, un personaje disfrazado de Goofy se le acercó lentamente. El hombre dentro del traje le preguntó:
—¿Estás perdido?
Luis recuerda haber respondido afirmativamente con un movimiento de cabeza. Entonces, el sujeto se agachó, levantó los brazos y, con cada mano, comenzó a quitarse lentamente la cabeza del traje. En ese momento, las cosas se tornaron extrañas. El sujeto carecía completamente de rostro. No tenía ojos, ni nariz, solo una hendidura donde debería estar la boca, la cual se estiraba en una sonrisa grotesca. A pesar de esta visión aterradora, Luis no sintió miedo. Por alguna razón inexplicable, se sintió calmado y se dejó llevar.
El hombre, que nunca pronunció una palabra más, tomó la mano de Luis y lo guió a través del parque. Lo más perturbador era que la gente a su alrededor parecía no notar al hombre sin rostro. Se movía con una normalidad inquietante. Tras unos minutos de caminar, el hombre encontró a la familia de Luis entre la multitud. Le puso una mano en la espalda, indicándole que corriera hacia ellos.
Luis corrió hacia su madre y, al voltear para mirar al hombre por última vez, lo vio desaparecer entre la gente, como si nunca hubiera existido. Luis contó su experiencia a su familia, pero ellos lo tomaron por mentiroso. Entre lágrimas, Luis juraba por su vida que todo lo que había contado era verdad.
La imagen del hombre sin rostro y la inexplicable calma que sintió en su presencia persisten en la mente de Luis hasta el día de hoy, dejando una cicatriz indeleble en su memoria.
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