Había una vez una mujer llamada Isabel, cuya vida era un cuento de hadas hecho realidad. Se había enamorado profundamente de un hombre, y pronto se casaron. Sin embargo, en la noche de bodas, bajo una tormenta violenta, su marido la apuñaló en el pecho mientras dormía. Desde ese fatídico momento, nada volvió a ser igual. El hombre fue detenido, pero increíblemente, fue liberado unos meses después.
Desde entonces, cada vez que una tormenta con lluvia azota el lugar, una figura espectral aparece. Es una mujer con un vestido blanco, su cabello negro y largo cubre su rostro, y una mancha de sangre adorna su pecho. Clama justicia en silencio, con una presencia tan perturbadora que los vecinos no dejan que sus hijos la vean, obligándolos a entrar en sus casas. La mujer fantasma permanece inmóvil por unos segundos o minutos, y luego se desvanece en el aire.
La historia de Isabel no es la única tragedia de la zona. Otra mujer, también asesinada por su esposo, vaga por una colina cercana. Fue apuñalada por la espalda y su espíritu errante se manifiesta ocasionalmente. Sin embargo, desde la muerte de su esposo, su aparición se ha vuelto aún más esporádica, como si hubiera encontrado un fragmento de paz.
La casa de Isabel fue demolida tiempo después, pero su espíritu no encontró descanso. Aunque algunos afirman haberla visto aún, estos avistamientos no están confirmados. No obstante, lo que es innegable es que ambas mujeres existieron y fueron brutalmente asesinadas por sus esposos. Sus trágicas historias están grabadas en la memoria del lugar, y sus espíritus inquietos parecen buscar justicia o quizás, simplemente, reconocimiento por las vidas que les fueron cruelmente arrebatadas.
Estas leyendas, transmitidas de boca en boca, recuerdan a todos que el mal puede esconderse detrás de rostros amables y que, en noches de tormenta, las almas atormentadas pueden regresar, clamando por aquello que se les negó en vida.
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