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Las manos invisibles:

Había una vez una niña de unos 7 años llamada Clara. Le gustaba sentarse en la ventana de su casa, la cual estaba protegida por rejas. La ventana era alta, por lo que siempre usaba un banco para subirse. Una vez sentada, se agarraba de las rejas, cerraba las puertas de vidrio y se soltaba para quedar apoyada en ellas. Un día, Clara se subió a la ventana como de costumbre. Sin embargo, esta vez, las puertas de vidrio no se cerraron bien. Cuando se soltó de las rejas y se apoyó en las puertas, estas se abrieron de golpe y Clara comenzó a caer hacia atrás, directo al suelo. En ese momento de terror, sintió algo extraño. Fue como si unas manos invisibles la empujaran desde el aire, arrojándola de nuevo hacia las rejas. Clara logró agarrarse justo a tiempo y evitó una caída que podría haber sido fatal. Se quedó paralizada de miedo, mirando a su alrededor en busca de alguien, pero no había nadie. El susto la dejó sin aliento. No podía entender lo que había sucedido. Estaba sola en casa, sin nadie que pudiera haber intervenido para salvarla. Las manos invisibles que la habían empujado de vuelta a la seguridad de las rejas no eran producto de su imaginación, sino una presencia inexplicable y aterradora. Desde ese día, Clara evitó subirse a la ventana. El recuerdo de esas manos invisibles y el miedo que sintió la persiguieron durante años. Siempre se preguntó qué o quién la había salvado ese día, y si esa misma fuerza misteriosa volvería algún día, ya fuera para protegerla o para llevarla consigo.

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