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Los enanitos de la Floresta:

La Floresta es un populoso barrio de la periferia de la ciudad, muy cercano al barrio San Agustín (incluso muchas veces a sido confundido con éste). En La Floresta se encuentra el antiguo frigorífico municipal (hoy abandonado) y muy cerca del río, donde el barrio termina, se alzan la escuela (que al momento de los hechos era la Nº 188 Obispo Dr. Bazán y Bustos) y al lado la Dirección de Limpieza Municipal (estos edificios emplazados sobre calle República de Siria). Más allá, en zona de anegadizos, el volcadero municipal de residuos se mezcla con modestas casas que dan a la zona una característica singular y especial..
            
A fines del año 1983 comenzó en la ciudad -como un comentario- el hecho de la visión por parte de algunos niños, de seres pequeños denominados por ellos “diablitos con cuernos y todo” (sic), algunos los vieron verdes, coincidiendo con hechos similares ocurridos en Mendoza, el Gran Buenos Aires y La Plata que tuvieron gran repercusión por la “investigación” del periodista José de Zer, aquel que hiciera famoso el latiguillo “seguíme chango” dirigiéndose a su fiel camarógrafo.
Los comentarios crearon una psicosis que llevó a la participación policial, aislando un sector del barrio ante la queja de los vecinos ya que a toda hora la multitud de curiosos invadía las propiedades privadas y las noches encontraban al barrio convulsionado, lleno de gente, que con sillones y el mate en la mano se instalaban para ver a los famosos enanitos; los cuales si realmente estaban allí no se habrían asomado ante una muchedumbre tan ruidosa.
Allí surgen las versiones que recorren el país, los “testigos” que afirman que:
 Una niña (no identificada) fue perseguida por dos seres muy pequeños (sin especificarse la altura) con cuernos y un solo ojo.
 En la escuela adyacente al campo donde ocurrían los supuestos hechos, una maestra al abrir un cajón encontró uno de estos seres (lo que achica aún más el tamaño de los enanitos), teniendo que ser internada en el hospital neuro-psiquiátrico local, víctima de una crisis nerviosa (hecho éste que fué desmentido categóricamente durante mi investigación por la Directora del establecimiento escolar y desestimado por las autoridades del neuro-psiquiátrico Dr. Roballos, hasta donde me acerqué para proceder a corroborar la información).
 Un vecino (no identificado) fue sorprendido por un pequeño ser de color verde que le pidió “agua y pan” (en perfecto castellano).
Estos son algunos de los “testimonios” que se recogían en el predio. Todos fueron dichos, comentarios, versiones de gente que “conocía un amigo, de un vecino, de un familiar, de alguien que decía ... “ pero un testigo fiable, un testimonio “de primera mano”, una prueba ... brillaron por su ausencia.
            
Mi tarea de investigación fue realmente dificultosa, no fue posible encontrar un testigo que hubiera visto realmente algún extraño ser o algún hecho anormal; ese testigo “no contaminado” por la locura de la gente que quería ver y participar de lo misterioso y enigmático aunque no hubiera tal cosa y se mostraba desilusionada o escéptica ante las explicaciones lógicas que se les ofrecían.
Pude averiguar un detalle que pasó desapercibido para los “especialistas” preocupados por juntar testimonios descabellados que alimentaran la ansiedad de la gente: la Municipalidad de Paraná procedía en esa época a cambiar el caño maestro de desagüe que desemboca en el río y la empresa contratada para tal fin habría traído obreros bolivianos como mano de obra barata.
Esos obreros de tez morena, de pequeña talla y parcos para comunicarse fueron (según mi opinión) la base que creó la psicosis de los enanitos de La Floresta. En cuanto al color verde, solamente es explicable en el revuelo nacional del momento creado por José de Zer en su búsqueda personal de estos seres.
Lo cierto es que Paraná tuvo sus “enanitos verdes” y esa creencia aún perdura entre los lugareños que cada tanto reflotan la historia.-

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